sábado, 22 de marzo de 2008

Lázaro de Tormes

Para que os vayáis familiarizando con la obra más importante de la novela picaresca renacentista, ahí va un enlace interesante. Espero que os guste y os ayude a recordar la historia de Lázaro de Tormes.

lunes, 10 de marzo de 2008

Topografía


La noche está completamente despejada, haciendo posible el ver todas las estrellas del firmamento. La luna, como un antiguo farol, cubre de una blancuzca luz toda la llanura, permitiendo divisar la silueta de unas ruinas, que yacen como si de un coloso derrotado se tratase, antaño, como un castillo tan hermoso, ahora solo son escombros, cubiertos de enredaderas, que marchitas por las heladas invernales, mueren abrazando la roca fría y dura que un día las sujetó. Un rio cercano es el único que se atreve a murmurar una lúgubre canción en tan inhóspito lugar, en el que en torno al antiguo castillo, un lago permite reflejar en su superficie, como si fuese un espejo de plata y mercurio, las deformadas siluetas del intruso, que en mitad de este se alza, distorsionando la luz lunar que deja escapar, en una noche que une en la silenciosa oscuridad el cielo y la tierra.

David Sánchez Dueñas 1º 1

El sentido de nuestra existencia


Un científico naturólogo, aparece con paso acelerado corriendo por un pasillo; su compañero, extrañado por su actitud, le pregunta que qué le ha sucedido, y este le contesta:

-Por fin he descubierto la misión del ser humano.

-¿Cuál es? – Responde el otro algo intrigado.

- La de las, plantas es generar oxígeno y comenzar la cadena trófica; la de los animales, consiste en generar dióxido de carbono, y regular la población de plantas alimentándose de ellas; la de los hongos, radica en reincorporar los deshechos a la cadena trófica y la de los virus reside en reproducirse sin pensar en el daño que hacen al medio en el que viven, sin control y ausentes del peligro que corren con este patrón de comportamiento, bien, esa misión también es la nuestra.

David Sánchez Dueñas 1º1

Aferrarse a la vida

Se siente la tensión en la atmósfera, enrarecida por la respiración de los hombres que me acompañan, algunos obligados, otros por propia voluntad. El choque del metal invade el ambiente; entre él, consiguen alzarse voces de ánimo, pero el miedo hace que no tengan ningún efecto sobre mí.

Llevamos años luchando contra el país vecino, por ideales ya anticuados, pero por desgracia, en la senil mente de nuestro rey, no se baraja la posibilidad de hacer un pacto que permita que ambos países coexistamos en paz, no, él no se contenta con menos que la aniquilación. Ni siquiera entiendo el porqué de esta guerra, que desola la frontera, que siembra de cuervos y sangre las llanuras.

Queda poco para llegar al campo de batalla y, mientras, avanzo toscamente por no estar aún acostumbrado a la armadura; recuerdo cómo irrumpieron en mi casa las tropas del rey, cómo contra mi voluntad me obligaron a abandonar a mi familia. Siento más odio hacia nuestro rey que hacia el país vecino, pero tengo que vencer, no porque mi nombre sea recordado, he de vencer para encontrarme de nuevo con mi familia.

Cuando vuelvo en mí, todos están parados, en silencio, un grito ahogado por la distancia da paso al combate. Mientras descendemos por la ladera de un pequeño monte, me percato de las dimensiones épicas de la batalla, en ese momento el pavor bloquea mi mente, soy incapaz de pensar, solo actúo. En mitad del combate no sé cuántas vidas me cobré, pero no les mataba por gusto, eran o ellos o yo; de repente, oigo a alguien detrás de mí, no alcanzo a girarme cuando siento el frío y mortecino beso del metal en mi hombro, un dolor insoportable me cruza todo el cuerpo, caigo al suelo, ya sin fuerzas, pensando en qué pasará con mi familia, pensando en todo lo que dejo atrás…

Mañana continuaré narrando el resto, dije. Los niños se van de la plaza del pueblo, aún extasiados por la historia, uno comenta con su amigo la veracidad de esta historia, pero el otro se mofa diciendo que eso solo son cuentos para crédulos. Llevándome la mano al hombro pienso para mí: Sí, solo son cuentos para crédulos.

David Sánchez Dueñas 1º1