sábado, 24 de mayo de 2008

Flechas de valor


Eran períodos de guerras y hambrunas. Tolomeo, hijo de Epifanio, era arquero del ejército espartano. Se colocó su armadura, apretó bien su cinturón y cogió un buen puñado de flechas. Al escuchar los tambores del ejército contrario, su cuerpo tembló, y un escalofrío recorrió su espalda. Pero no podía echarse atrás, su familia, sus amigos fueron acribillados, ese recuerdo le hizo coger fuerzas suficientes como para subir a la muralla con el resto de los compañeros.
Eran menos, estaban peor equivocados, pero lucharían hasta el final.
Cuando el ejército enemigo estuvo lo suficientemente cerca, una descarga de flechas cubrió el cielo de plumas blancas y diezmó a los enemigos con puntas de hierro.




Antonio Calvo Fernández. 1º 1.

Concurso de microrrelatos

¡Enhorabuena a Antonio Calvo!, de 1º1!, ganador del Concurso de Microrrelatos en la categoría de Bachillerato, para el relato titulado La soledad del sacerdote, publicado en este blog. La entrega de premios se celebró el pasado jueves en el instituto. Esperamos que sigáis escribiendo.

Enhorabuena también a los ganadores de primer ciclo de ESO: Estela Merino Sala, de 2º E, con En qué se diferencia un vaso y un equipo de música y de segundo ciclo de ESO: Marco López, de 4º B, con Carta sellada. Los microrrelatos ganadores, además, serán publicados en el próximo número de la revista del instituto, Renglones.

A los que participaron y no ganaron premio, también enhorabuena por haber decidido escribir, participar y concursar. Gracias a todos y ánimo para seguir escribiendo.

Dardos literarios


Es conocida la rivalidad que existía en el siglo XVII español, siglo de Oro, entre nuestros grandes poetas: Lope, Góngora y Quevedo. Entre ellos se profesaban insultos implícitos o explícitos mediante composiciones literarias escritas ad hoc.

Esta es una pequeña muestra de esos insultos:


SONETO DE LUIS DE GÓNGORA A DON FRANCISCO DE QUEVEDO

Anacreonte español, no hay quien os tope,

que no diga con mucha cortesía,

que ya que vuestros píes son de elegía,

que vuestras suavidades son de arrope.

¿No imitaréis al terenciano Lope,

que al de Belerofonte cada día

sobre zuecos de cómica poesía

se calza espuelas y le da un galope?

Con cuidado especial vuestros anteojos

dicen que quieren traducir al griego,

no habiéndolos mirado vuestros ojos.

Prestádselos un rato a mi ojo ciego,

porque a luz saque ciertos versos flojos,

y entenderéis cualquier gregüesco luego.


QUEVEDO CONTRA DON LUIS DE GÓNGORA

Este cíclope, no siciliano,

del microcosmo sí, orbe postrero;

esta antípoda faz, cuyo hemisferio

zona divide en término italiano;

este círculo vivo en todo plano;

este que, siendo solamente cero,

le multiplica y parte por entero

todo buen abaquista veneciano;

el minoculo sí, mas ciego vulto;

el resquicio barbado de melenas;

esta cima del vicio y del insulto;

éste, en quien hoy los pedos son sirenas,

éste es el culo, en Góngora y en culto,

que un bujarrón le conociera apenas.

(Edición de Manuel Blecua.)

Las mutuas críticas y ataques entre Lope y Góngora se suceden a lo largo de la vida de ambos. Este soneto va dirigido a Góngora.


Claro Cisne del Betis que,

sonoro y grave, ennobleciste el instrumento

más dulce, que ilustró músico acento,

bañando en ambar puro el arco de oro,

a ti lira, a ti el castalio coro

debe su honor, su fama y su ornamento,

único al siglo y a la envidia exento,

vencida, si no muda, en tu decoro.

Los que por tu defensa escriben sumas,

propias ostentaciones solicitan,

dando a tu inmenso mar, viles espumas.

Los Ícaros defienda, que te imitan,

que como acercan a tu sol las plumas

de tu divina luz se precipitan.