Es conocida la rivalidad que existía en el siglo XVII español, siglo de Oro, entre nuestros grandes poetas: Lope, Góngora y Quevedo. Entre ellos se profesaban insultos implícitos o explícitos mediante composiciones literarias escritas ad hoc. Esta es una pequeña muestra de esos insultos:
SONETO DE LUIS DE GÓNGORA A DON FRANCISCO DE QUEVEDO
Anacreonte español, no hay quien os tope,
que no diga con mucha cortesía,
que ya que vuestros píes son de elegía,
que vuestras suavidades son de arrope.
¿No imitaréis al terenciano Lope,
que al de Belerofonte cada día
sobre zuecos de cómica poesía
se calza espuelas y le da un galope?
Con cuidado especial vuestros anteojos
dicen que quieren traducir al griego,
no habiéndolos mirado vuestros ojos.
Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
porque a luz saque ciertos versos flojos,
y entenderéis cualquier gregüesco luego.
QUEVEDO CONTRA DON LUIS DE GÓNGORA
Este cíclope, no siciliano,
del microcosmo sí, orbe postrero;
esta antípoda faz, cuyo hemisferio
zona divide en término italiano;
este círculo vivo en todo plano;
este que, siendo solamente cero,
le multiplica y parte por entero
todo buen abaquista veneciano;
el minoculo sí, mas ciego vulto;
el resquicio barbado de melenas;
esta cima del vicio y del insulto;
éste, en quien hoy los pedos son sirenas,
éste es el culo, en Góngora y en culto,
que un bujarrón le conociera apenas.
(Edición de Manuel Blecua.)
Las mutuas críticas y ataques entre Lope y Góngora se suceden a lo largo de la vida de ambos. Este soneto va dirigido a Góngora.
Claro Cisne del Betis que,
sonoro y grave, ennobleciste el instrumento
más dulce, que ilustró músico acento,
bañando en ambar puro el arco de oro,
a ti lira, a ti el castalio coro
debe su honor, su fama y su ornamento,
único al siglo y a la envidia exento,
vencida, si no muda, en tu decoro.
Los que por tu defensa escriben sumas,
propias ostentaciones solicitan,
dando a tu inmenso mar, viles espumas.
Los Ícaros defienda, que te imitan,
que como acercan a tu sol las plumas
de tu divina luz se precipitan.